viernes, 27 de abril de 2018

Joan Pérez Notario. Práctica 6. Resumen de un artículo de investigación.

Marta Sanjuán Álvarez, «De la experiencia de la lectura a la educación literaria. Análisis de los componentes emocionales de la lectura literaria en la infancia y la adolescencia», Ocnos, 7 (2011), pp. 85-100.

La formación del lector literario es el proceso lento y gradual que configura a la persona que tiene el hábito de leer obras artísticas de expresión verbal. En ese proceso progresivo, además de elementos individuales, ejercen un influjo notable los dos agentes principales de socialización: la familia y la escuela. Las páginas siguientes abarcarán únicamente el segundo de esos agentes: el instituto de educación secundaria.
Las aproximaciones científicas a la formación del lector literario coinciden en señalar la insuficiencia de los métodos historicistas, consistentes en proporcionar a los alumnos un conjunto de datos sociales, estéticos y lingüísticos que les permitan encuadrar las sucesivas corrientes literarias, biografías y obras en marcos que les proporcionen las claves cognitivas fundamentales para comprender el hecho literario.
Ese método historicista es insuficiente, un adjetivo que dista mucho de ser sinónimo de otro adjetivo como, por ejemplo, desechable. En ese sentido se manifiesta Antonio Mendoza Fillola, para quien «la base historicista refuerza la comprensión del hecho literario, aunque —matiza— no puede ser el único eje en torno al que se organice la formación del lector literario» (2008). 
Y ello porque, entre otras razones, el hecho literario que se pretende enseñar no existe si el lector no habita las páginas del libro y dialoga con ellas desde el punto de vista intelectual, desde el punto de vista sentimental o desde el punto de vista estético. Marta Sanjuán Álvarez defiende en estos términos la relevancia que tienen los componentes emocionales en el proceso de formación del lector literario:

La lectura literaria como creadora de sentido, como vía de conocimiento del mundo y de la construcción de la propia identidad, o como práctica liberadora, constituyen las principales dimensiones de la experiencia lectora (2011: 93).

En ese trabajo, Marta Sanjuán Álvarez entrevista a muchos alumnos y profesores con el fin de estudiar cuánta presencia tienen esos componentes emocionales en las aulas de enseñanza primaria y secundaria, y cuánta tienen, en cambio, los componentes cognitivos. Los resultados de la investigación no son demasiado esperanzadores.




Mendoza Fillola, Antonio, «La educación literaria: bases para la formación de la competencia lecto-literaria», Alicante, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2008.

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